dios está en todo

Si dios existe hay días en que te lleva a un lugar en el momento exacto y con el ánimo preciso para algo. Sin que lo sepas ahí estás cumpliendo un plan, no entendés qué onda pero estás ahí. Después de trabajar un rato, no tenía más ganas de seguir y fui a sentarme al obelisco cuando de repente una mujer sentada cerca me miró, yo la miré y nos miramos mucho y nos sonreímos. Se acercó a pedirme un cigarrillo y empezamos a charlar. Me contó su vida, estaba hace una semana durmiendo en la calle porque se murió su marido hace muy poco y ella no podía conseguir trabajo porque era epiléptica y le agarraban unos ataques llamados Estado de Ausencia (de repente no recordaba ni quién era ni dónde vivía ni qué estaba haciendo ni nada). Aparte renga. No daba para nada que se quedara en la calle por mucho tiempo más, hay gente que se banca muchas cosas, pero ella, cosita frágil y fuerte a la vez, pero frágil por fuera, como una nena, linda, y acostumbrada a vivir en un hotel, con el amor de su marido.
Y me contaba cada vez más cosas de lo que era vivir en la calle para ella, de los maltratos de la gente, de los que le prometían cosas y no volvían más, de un nene chiquito que le convidó una barra de cereal, que no podía ir a baños, ni bañarse ni cambiarse la ropa, que siempre caía alguien con un sánguche o un agua, que tenía el pelo hecho un asco (un pelo hermoso de leona, largo, inflado, medio rubión natural). Yo la escuchaba y sabía que tenía algo para decirle, lo juro, no me iba porque tenía algo y no se me ocurría hasta que, cuando el cerebro hace bingo. YA sé, Hecho en Buenos Aires! Averigüé el teléfono, llamé y me dijeron que fuéramos justo en ese horario. Volví con ella, que tenía miedo y me decía que iba a ir mañana. Chita la boca, le dije, nos tomamos un taxi y vamos. Y llegamos, nos recibieron con agua, una chica muy linda, Carolina. De repente todo, le contaron de la revista, ella se re copó, entendía todo y se lo explicaba a otro que también había caído para vender como si hace mucho hubiese estado vendiendo, un ucraniano divino que vivía en la calle, vive tanta gente increíble en la calle... , vino un negro grandote un bombonazo que seguía explicando y de repente metía frases de Fidel Nadal y yo mientras me recreaba la visión y me sonreía y me miraba mucho muy profundo y yo me estaba enamorando, menos mal que me fui porque ahora estaría enamorada y no es momento. Le regalaron las primeras revistas, le dieron la credencial en color fucsia y le sacaron una foto en la que estaba chocha de la vida. Estaba más copada que Ministro viendo actuar a su marido. Volvimos al obelisco, nos fumamos pucho de despedida y ella se fue a vender como perra con dos colas y yo me volví a casa sin haber trabajado, que era lo que quería hoy (aparte justo se dio que mi jefe ni me llamó!), con una amiga increible y un casi amor negro. (qué chulo!)